NECESIDAD, AMN Y CRIMEN.
Comparemos ahora a este hombre con los miles de personas que poseen una
AMN y se encuentran en prisión por robo, desfalco u otros delitos. Cuando se les pregunta por qué se les ocurrió
robar, su respuesta es invariablemente: «Tuve que hacerlo». ¡Y por eso han terminado en prisión! Se dejaron
arrastrar hacia la falta de honradez porque sus telarañas mentales les indujeron a creer que la necesidad obliga a
las personas a ser deshonestas.
Hace algunos años, Napoleón Mili, que era asesor personal en la biblioteca de la penitenciaría federal de Atlanta,
mantuvo varias conversaciones con Al Capone. En el transcurso de una de ellas, el autor Peguntó: «¿De qué
manera inició usted su carrera delictiva?».
Capone le contestó con una sola palabra: «Necesidad».
Después las lágrimas asomaron a sus ojos y se le hizo un nudo en la garganta. Empezó a referir algunas de
las cosas buenas que había hecho y que los periódicos jamás habían mencionado. Como es lógico, éstas
parecen insignificantes en comparación con todo el mal que se asocia con su nombre.
Aquel desdichado echó a perder su vida, destruyó su paz de espíritu, debilitó su cuerpo con una enfermedad
mortal y sembró el pánico y el desastre en su camino... todo porque jamás aprendió a eliminar sus telarañas
mentales en relación con la necesidad.
Y Capone habló de sus buenas obras, dando a entender que con ellas había compensado en cierto modo el
mal que había hecho y revelando claramente con ello otra telaraña que le impedía pensar con exactitud.
Aunque un hombre pueda neutralizar el mal que ha hecho mediante el verdadero arrepentimiento, seguido de
una uda de buenas obras, Capone no era un hombre de esta clase.
Pero hubo un hombre que sí lo era. Se trataba de un adolescente difícil. Y, sin embargo, su madre jamás
perdió la esperanza, aunque sus muchas plegarias por él parecieran no obtener respuesta. Y jamás perdió la
fe, a pesar de las escapadas o fechorías de su hijo.
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