martes, 4 de junio de 2013

EMPECEMOS CON UNA COINCIDENCIA DE LAS MENTES

EMPECEMOS CON UNA COINCIDENCIA DE LAS MENTES. Afortunadamente, el doctor Fosdick era un experto en el campo de la semántica. Sabía por su dilatada experiencia que jamás podía establecer una auténtica comunicación con otra persona a no ser que comprendiera exactamente qué quería decir aquella persona con las palabras que estaba empleando. Sabía también que era necesario que la otra persona le comprendiera a él. Por consiguiente, en lugar de ofenderse con la descarada afirmación del estudiante, el doctor Fosdick le expresó un sincero y amistoso interés y después le rogó «Por favor, descríbame el Dios en el que no cree.» El joven tuvo que reflexionar, tal como le ocurre a cualquier persona a la que se dirige una pregunta que no provoca automáticamente una respuesta afirmativa o negativa.
El doctor Fosdick sabía que una pregunta atinada sería capaz de eliminar de la mente del joven las resistentes telarañas de pensamiento negativo. Al cabo de un rato, el estudiante empezó a tratar de describir al Dios en el que no creía. Al hacerlo así, le facilitó al clérigo una clara imagen del Dios que rechazaba. «Bueno -dijo el doctor Fosdick una vez el alumno hubo terminado-, si ése es el Dios en el que usted no cree, yo tampoco creo en él. Por consiguiente, ambos somos ateos. No obstante -añadió-, seguimos teniendo el universo en nuestras manos. ¿Qué piensa usted de... su formación, su significado?»
Antes de despedirse del doctor Fosdick, el joven había descubierto que no era ateo en absoluto sino que, por el contrario, era un magnífico teísta. Creía en Dios.
Ahora bien, el doctor Fosdick no se había arredrado ante el uso impreciso de una palabra. En este caso, contribuyó a eliminar las telarañas mentales del joven, haciéndole preguntas. Una respuesta clara y sencilla a la pregunta relativa a aquello en lo que el joven no creía fue suficiente para que se produjera una coincidencia de sus mentes. La segunda pregunta encauzó los pensamientos del joven hacia los canales adecuados y dio al doctor Fosdick la oportunidad de explicar lo que él entendía por Dios universal.

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