»La capacidad de utilización de los principios de la autosugestión dependerá en buena medida de la
capacidad que uno tenga de concentrarse en un deseo determinado hasta que este deseo se convierta
en un deseo ardiente.
«Cuando llegué a casa, sin apenas resuello de tanto correr, me senté inmediatamente junto a la mesa del
comedor y escribí: Mi principal objetivo concreto es el de ser millonario en 1960». Luego añadió mirando a
Napoleón Hill : «Usted señaló que una persona tenía que concretar la cantidad de dinero que quería y
establecer una fecha. Así lo hice».
El hombre con quien estábamos hablando no era el joven Bill McCall que fracasó a la edad de 19 años. Era
conocido como el honorable William McCall, el miembro más joven que jamás hubiera tenido el Parlamento
australiano, antiguo presidente de la junta de directores de la filial de la Coca-Cola en Sidney y director de
veintidós empresas de propiedad familiar.
Y en cuanto a la riqueza, cabe señalar que se hizo millonario y llegó
a ser tan rico como algunos de los hombres sobre los cuales había leído en el libro que le permitió explorar el
poder de su subconsciente con la autosugestión. (¡Cabe señalar, por cierto, que se convirtió en millonario
con cuatro años de adelanto!)
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