martes, 9 de abril de 2013

UNA MEDITACION DIONISIACA

Si dispone de una hora en una habitación donde disponga de espacio y en la que pueda encerrarse con una grabadora y una cinta magnética de música cuyo ritmo lo incite a bailar, le recomendamos realizar una de las meditaciones más alegres y dinámicas que hemos heredado del pasado.

Esta meditación consiste simplemente en bailar durante 30 ó 45 minutos con los ojos cerrados. Como es probable que las primeras veces que ensaye esta forma de meditar, tienda a abrir inconscientemente los ojos, le recomendamos cubrirlos con un pañuelo, pero es esencial que mantenga los ojos cerrados durante este período. Después de dos o tres veces de hacerlo, podrá mantener los ojos cerrados sin necesidad de venda durante todo el baile.

Al comienzo del ejercicio, deje que la música y el ritmo lo penetren, déjese traspasar por la melodía y lentamente, váyase moviendo sobre ella sin tratar de hacer pasos ni figuras de ningún baile que conozca. Permita simplemente que su cuerpo se mueva como quiera sobre el ritmo.

A veces el movimiento puede ser casi imperceptible, no importa, déjelo ser. Otras, su cuerpo iniciará saltos y movimientos acrobáticos, no le importe tampoco. Si teme caerse, es probable que pierda el equilibrio, silo deja ser simplemente, el cuerpo solo sabe muy bien cómo no caerse.

Tal vez ésa sea la primera certidumbre que surge con esta meditación: podemos perfectamente confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo, en las cosas que se refieren al cuerpo. Silo escucháramos, nos diría claramente lo que le agrada y lo que lo perjudica. Bailar le gusta, créalo.

En muchos momentos del ejercicio el cuerpo reaccionará solo al ritmo, liberando a la mente de esta ocupación. Apenas esto ocurra, deje que lo asalten los recuerdos, imágenes, sueños y preocupaciones, sin oponerse a ellas ni prestarles resistencia. Haga tal como hemos recomendado en la meditación llamada vipasana, vea pasar dichas ideas e imágenes por su mente sin prestarles su concurso, contémplelas como si no fueran suyas y déjelas irse tal como llegaron.

Cuando estas imágenes desaparezcan podrá ver que mientras usted las veía con los ojos de la mente, su cuerpo no ha dejado de moverse sobre el ritmo.

Si consigue realizar habitualmente esta meditación durante unos siete días en forma más o menos continua, irá descubriendo poco a poco las tensiones que habitualmente mantiene su cuerpo. Es particularmente interesante darse cuenta de las tensiones a los hombros y el cuello, las malformaciones de la columna y, sobre todo, descubrir la tensión del esfínter del ano, que es probablemente la más antigua y anquilosada del cuerpo de cada uno de nosotros.

Después de treinta o cuarenta minutos de baile deje el movimiento y tiéndase en silencio y sin abrir los ojos por unos 10 a 15 minutos. Hágalo en forma semejante día a día y descubra por sí mismo los benéficos efectos de esta meditación que reemplaza los ejercicios gimnásticos, las técnicas de respiración y las meditaciones apolíneas al mismo tiempo que las técnicas de relajación y masajes.
Si podemos recomendar una forma de meditación es precisamente ésta.

Ahora deténgase y realícela

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