domingo, 28 de abril de 2013

Psicopatología transcultural

Debido a mis limitaciones en la extensión de conocimientos sociológicos no me enteré de una enorme cantidad de trabajos científicos sobre los procesos psíquicos en las distintas áreas transculturales. Si bien muchísimos capítulos de salud fueron encuadrados en los esquemas de estudios étnicos y culturales, los cuadros de salud mental como temas independientes no han sido suficientemente estudiados por los profesionales que no se han especializado en estos aspectos. Desde que E. Kraepelin en 1904 se ocupó comparativamente de estas disciplinas, la psiquiatría transcultural ha ido creciendo al estudiar las relaciones entre el trastorno mental, el medio ambiente que rodea a los pueblos y las características étnicas muy bien definidas por los autores.(1)

La cultura se determina a través del tiempo, cuando se van formando los hábitos, las tradiciones que inducen los modelos de comportamiento, los valores que dominan la comunidad, y cuando las ideas pueden transmitirse libremente de una generación a otra.(2)

Ha aparecido a mediados del 2012 el libro Compendio de psicología general y transcultural de los autores Wolfgang George Jilek y Mario Gabriel Hollweg que en sus 321 páginas transmiten una enorme gama de informaciones al respecto. Debemos reconocer al segundo de los nombrados el hecho de haberse ocupado, en capítulos especiales, de la psicología transcultural de nuestro país, comparando en muchos casos esta disciplina con la de las etnias de países latinoamericanos. En su Bibliografía cita más de 80 libros que demuestran el notable interés despertado en los investigadores en el ámbito latinoamericano y que pueden guiar a los estudiosos actuales en esta temática.(3)

El ancestro, los mitos y la clínica

Este libro nos ha deparado mucha satisfacción porque destaca el carácter de investigación realizada; y la experiencia amplia de Mario Gabriel Hollweg, de nacionalidad boliviana, le ha llevado a escribir párrafos sucintos y de claridad para poder entender sus conceptos.

Con la lectura de este libro hemos recordado especulaciones referentes que hicimos en el pasado, y las anotamos ahora brevemente.

Un papel importante juega el amplio espectro de tradiciones, o sea de los mitos que se han originado desde tiempos ancestrales. No se podrá comprender la aparición de síntomas si no se conocen aquellos en el condicionamiento de las costumbres poblacionales, Y son éstas, desde las más simples hasta las que atingen a la interpretación de la cosmovisión, que están al alcance de los estudiosos para formar el cuadro clínico si se sospecha alterabilidad mental en los miembros de estas culturas.

Desde los tiempos más primitivos los seres han buscado mantenerse en relación con sus semejantes, tanto para defenderse mejor del enemigo en conjunto como para encontrar entretenimiento e intercambio de medios alimentarios. La reunión en familias o conglomerados de ellos se hacía como una necesidad sustancial de convivencia. Si, en determinadas regiones de los Andes, estos convivios se ejercitaron más tarde con la utilización de la práctica del masticado de la coca, no era, como es lógico, buscando un proceso de adicción, sino por un fin de sociabilidad. El conocimiento de estas prácticas comunitarias servirá para clasificar el comportamiento de los seres.

"El hombre dominado por las fuertes pasiones o por otro tipo de agresiones morales quiso encontrar un desahogo y, entonces apeló al prójimo más cercano en busca de consejo o de experiencias que lo liberaran del peso emocional.

"Las elaboraciones mentales del primitivo traspasaron los límites de su grupo y progresaron hacia el presentimiento de un creador de la naturaleza. Después pasaron a agobiarle en el entendido de que un ser superior actuaba punitivamente y sus sanciones volvían finalmente a demostrar el miedo y la impotencia del hombre".(4) (A. Gamarra Durana: Y hallaron a sus dioses…)

Esto hace ver que el estudio etnográfico interesa para determinar los supuestos cambios psicológicos en las interrelaciones de hábitos y de pensamientos. Se puede llegar a descubrir inclusive "síndromes psicopatológicos atípicos" porque es evidente que existen variables de acuerdo a las regiones por las insinuaciones de los cambios culturales. Como en el caso de los antiguos sahumerios cuyo elemento principal de reverencia a una divinidad o a un propósito era el humo en sí, y la producción de aromas que se conseguía por el aditamento de distintas clases de flores; pero esta práctica ha ido en aumento en los tiempos actuales en que la kh’oa usa distintos factores para la solicitud de protección, otorgación de bienes, logro de sentimientos ajenos y un sinfín de deseos que se hacen llegar a la "pachamama" preparando rituales en base a elementos de la flora, la fauna e ingredientes simbólicos y de artesanía moderna. Cuando se realiza, el primer viernes de cada mes, y muchísimo más, en el primer viernes de un año que comienza, las colectividades producen un humo generalizado que se extiende en pueblos y ciudades.

Situaciones reactivas

Esta actitud como adoración periódica de la colectividad, forma parte de las situaciones reactivas de la conciencia que se presentan en el curso de estados de ánimo de las personas que anormalmente reciben los estímulos externos, y producen la expresión de miedo, angustia, susto, depresión, pánico, y que se amparan negativamente en los procesos naturales de protección, despertando afecciones espirituales, que por afloramiento de ideas ancestrales se piensa que en determinadas situaciones se exteriorizan en trastornos corporales después de haber provocado impresiones conmocionales en la parte íntima y mítica del ánima individual. Se las clasificaría fácilmente como somatizaciones corrientes.

Muchas personas piensan que si un suceso se produce imprevistamente, como un ruido súbito o la presentación abrupta de una imagen, ocasiona estímulos anormales en muchas funciones corporales, llegando por eso hasta la lipotimia y pérdida de reflejos neurológicos normales. Si no es tan intenso como para producir un desmayo los síntomas pueden asentarse crónicamente en el individuo y originar palpitaciones repetidas, trastornos visuales, visiones luminosas fugaces, síntomas repetitivos en el aparato digestivo, con vértigo, confusión mental y alucinaciones, que se pueden tomar fácilmente como apariciones o presentación de espíritus malignos irreales. Por lo que se hace imperiosa la actuación inmediata de algún personaje que sepa cómo atraer de vuelta al alma que se ha escapado de su cápsula corpórea. Es más corriente este episodio cuando una persona camina por lugares oscuros y solitarios, donde por las condiciones del ambiente, es habitual la ocupación de ese territorio ideal para sorprender al desprevenido.

En algunas regiones del departamento de La Paz este estado se denomina arrebato, término que ha debido aparecer en la época del coloniaje, y cuyo apelativo viene del castizo español pues el diccionario indica que es la acometida violenta y repentina de un estado de ánimo, o, más probablemente de la acepción de "quitar o llevarse algo con violencia", con el entendido de que alguna situación personal consigue arrastrar fuera del cuerpo a la sustancia irreal que lo anima. Incumbe también a la etiología el conmover a una persona en cualquier fase de los sentimientos. Los síntomas que lo identifican son inquietud extrema, dolor inespecífico de cabeza y posiciones anormales y pasajeras del cuello o la espalda debido a contracturas; que surgen inmediatamente después de una contrariedad o molestias agresivas de otra persona.

Una variedad de este cuadro puede aparecer también de forma súbita cuando el individuo se expone a una causa física intensa, como un golpe de calor o una mojadura muy fría, pero en este caso aparece fiebre, delirio, palpitaciones, carencia o acentuación desmedida de sudoración, agitación y, algunas veces, muerte.

Otra forma de afección en las colectividades es cuando se presentan cambios súbitos inmotivados en el tono afectivo como expresión de estímulos prolongados del entorno, una angustia suelta libremente, con aumento del tono muscular o conducta motora caótica, que aparece en un individuo como parte de un conjunto, o asimismo cunde generalizada en la masa.

"La sorpresa, primero; después la admiración en medio del pánico agudo o del temor permanente ante cualquier fenómeno natural no comprensible derivó en un estado mitológico para dar curso a fantasías interpretativas de la realidad. El pensamiento mágico que dominó al hombre primitivo le sirvió como un verdadero acicate sociológico, porque sus creencias no le aislaron, sino que más bien sirvieron para que se compenetrase con la sociedad a la que pertenecía, y formar así un colectivismo ideológico que pudo inclusive repercutir en tendencias prácticas de asociación para cumplir trabajos corporativos. Pero la fe misteriosa que ha debido emplear ante los sucesos extrasensoriales derivó en una verdadera religión aborigen".(5) (A. Gamarra Durana: Y hallaron a sus dioses…)

Los integrantes viven en un estado de ansiedad, interrumpida por accesos de pavor. Los que sufren indican que es un "agotamiento nervioso" caracterizado por aparición de cansancio, irritabilidad, insomnio y, otras veces, abulia. Esto sucedía entre los españoles que atacaron el imperio de los incas y que, sorprendidos por las amenazas constantes e inesperadas de los naturales, mil y una asechanzas, entraban en un estado de miedo crónico.(6) Estos síndromes depresivos eran también frecuentes durante el Coloniaje cuando en las poblaciones andinas se apresaba a los habitantes y los trasladaban al Cerro Rico de Potosí para trabajar en la mita.

Y por supuesto, se producían cuadros de melancolías mortales entre esos mineros que eran indígenas forzados (Viedma), y en las guerras internacionales, ya en la época republicana, que tuvo que enfrentar el país con esos contingentes impreparados. Sobre todo porque los afectados tenían la firme creencia de que el miedo estaba ocasionado por seres antropomorfos, fantasmas en sí, que, bajo la influencia pertinaz de seres míticos, encargados del secuestro del alma, del ajayu, la extraían inmisericordemente del cuerpo. Dependiendo de la intensidad de la agresión traumática, distintas porciones o tamaños del alma pueden quedarse en el lugar en que se experimentó la violencia. De ahí que los caminos, los lugares escarpados, los campos de batalla son prácticamente sembrados de pequeños altares con homenajes de flores o colores para la parte del alma que no encuentra la manera del retorno.

Singularidades y tolerancia

En el mismo sentido, las personas que quedan afectadas y que se alejan del lugar del accidente viven después desorientadas, agitadas, repitiendo actitudes extrañas, aparte de los síntomas vegetativos e inapetencia y asco a la ingestión de alimentos, que es la causa final del óbito. Sufren de accesos motores, se vuelven errantes, deambulan como ciegos, y más que estar locos, andan buscando el lugar donde esa sustancia perdida puede nuevamente incorporarse.

En tiempos antiguos, en algunas poblaciones del área andina se pensaba que ciertos individuos con taras o constituciones extrañas deberían tomarse como dueños de gracias espirituales o habilidades para aproximarse a lo desconocido. Aparecían en lugares donde el gentío podía darles atención o alimento, a veces eran víctimas de injurias o bromas, y otras, eran respetados como mensajeros del más allá. Los primeros eran los débiles mentales, altamente probable por deficiencias tiroideas; y los demás eran hiperactivos, sin coherencia motriz, carentes de interés por todo lo que les rodeaba y soportando episodios súbitos de convulsiones, todos ellos desahuciados por los tratamientos tradicionales y con distinto grado de evaluación social de acuerdo al medio. El albinismo, la epilepsia y, por otro lado, los trastornos pigmentarios de la piel de origen genético o parasitario, originaban, en territorios de los incas la clasificación de sujetos mágicos o poseedores de ideas someras y extravagantes.

Referencias

(l) Kraepelin, E.: Psychiatrie. Ein Lehrbuch für Studierende und Ärzte. Vol. I. J. A. Barth, Leipzig. 1909.

(2) Murphy, H.B.M.: Berlin 1982.

(3) Jilek, W.G. y Gabriel Hollweg, M.: Compendio de psicopatología general y transcultural. Editorial Universitaria, Santa Cruz de la Sierra. 2012.

(4) y (5) A. Gamarra Durana: Y hallaron a sus dioses… Prólogo. Editora Andina, Oruro. 2001.

(6) A. Gamarra Durana: Un síndrome frecuente en la conquista del Perú. Archivos Bolivianos de Historia de la Medicina. Pg. 48. Vol. 16. Enero-dic. 2010, La Paz).



Alfonso Gamarra Durana. Médico cardiólogo. Académico de la Lengua

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