sábado, 2 de febrero de 2013

Varón de dolores - II


En varias ocasiones vemos a Jesús desalentado. Pero hay en Marcos 8,12-13 una reacción inesperadamente enérgica, en que sentimos algo así como un quejido interior, como de un navío que cruje: “Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¡Cómo!; ¡esta clase de gente busca una señal! Os aseguro que a esta clase de gente no se le dará señal. Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la orilla de enfrente”. ¿Esperanzas destrozadas? ¿ Ilusiones desgarradas? Son reacciones que nos permi­ten vislumbrar una desconocida y secreta familiaridad de Jesús con el sufrimiento.

* * *

            El sufrimiento de Jesús es como una tempestad que se forma allá lejos, en otra comarca; crece, se mueve y se aproxima; se le siente cada vez más cerca; va progre­sivamente avanzando en un crescendo incontenible, hasta que descarga toda su violencia en su Pasión y Muerte.

            Los Evangelios nos dejan constancia en forma uná­nime y clara de que Jesús en las últimas semanas y días estuvo rodeado de indiferencia, cobardía, odio, trai­ción. Tenía motivos más que suficientes para retirarse de la vida amargado y resentido por la insensatez de la raza humana. Pero no fue así.

            Lo inesperado, lo que nos parece incomprensible y que uno se resiste a aceptar, es lo siguiente: ¿cómo es posible que un hombre gozoso como Jesús, con un mensaje vital y alegre, pudiera encontrarse con un re­chazo tan cerrado, con un grado tan increíble de conflictividad?
            El conflicto y la resistencia levantados a su paso fue­ron de tal magnitud que su vida y obra, humanamente hablando, estallaron en llamas y cenizas en la pira del desastre. Es éste un enigma incomprensible que, de momento, lo dejamos de lado.
            En todo caso, Jesús no se retiró de la vida con el rictus de un amargado. Su dolor no fue egoísta ni cen­trado en sí mismo. En ningún momento sorprendemos a Jesús cerrado sobre sí mismo, reclamando el reconocimiento de la humanidad, o hurgando en las heridas de sus frustraciones, o paladeando la fruta agridulce de la autocompasión, como si en el mundo no hubiera otra realidad que su fracaso, o como si la historia tuviera que ser valorada teniendo como centro y clave su pro­pia desgracia. Nada de eso.
            Al contrario, estando como estaba en el ojo mismo de la tempestad, lo captamos enteramente olvidado de sí y salido siempre hacia el otro. Y el motivo de su sufrimiento son siempre los otros. De modo que, en Jesús, el dolor es consecuencia de su “ser para el otro
            Y así, tuvo una palabra de delicadeza para el traidor (Lc 22,48). Se mostró sumamente preocupado de que los discípulos no corrieran su misma suerte: “Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos” (Jn 18,8). Le ten­dió a Pedro, enredado en la cobardía, una mirada de salvación (Lc 22,51). Tuvo un magnífico gesto de caballerosidad, camino del Calvario, para con aquellas mu­jeres que, con lágrimas, se solidarizaban con él (Lc 23,28). Fue delicado y atento con el ladrón en la cruz (Lc 23,39). Y, en último instante, casi asfixiado, tuvo con su madre un rasgo filial de atención, entregándola a los cuidados de Juan (Jn 19,25). Hasta el último aliento fue el hombre para los hombres.
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            En su Pasión y Muerte convergieron todas las cir­cunstancias para hacer sobremanera amargo ese paso. Y esas circunstancias justifican el titulo de varón de dolores.
            En primer lugar, en cuanto al dolor físico, la pérdida de su sangre privó del agua a su cuerpo, originándose una progresiva deshidratación, sensación sumamente desagradable. Debido a ello, se apoderó de Jesús una sed generalizada que se siente no sólo en la garganta, sino en todo el organismo, sed que ningún líquido del mundo puede saciar, sino una transfusión de sangre. La pérdida de sangre originó también una fiebre alta, que, a su vez, derivó en una confusión mental o pérdi­da parcial de la conciencia de su identidad. Sufrió tam­bién, como todos los crucificados, el suplicio de la asfi­xia al no poder respirar debido a la posición forzada del cuerpo.

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