miércoles, 16 de enero de 2013

Desasirse


Al abrir los ojos, el hombre se encuentra fundamen¬talmente con dos cosas: él mismo y lo que no es él. Y, como entidad libre y consciente que es, comienza a re¬lacionarse consigo mismo y con el otro.
Y al relacionarse se encuentra, tanto consigo mismo como con los demás, con elementos que le agradan y que le desagradan. De acuerdo con ese agrado o des¬agrado, el hombre puede establecer dos clases de rela-ciones: adhesión o rechazo.
Hacia las cosas agradables puede nacerle el deseo de posesión, lo que sucede con frecuencia; y en este caso tiende hacia ellas un puente de energías adhesivas. Y así se produce una apropiación o asimiento. Así pues, con todo lo que le causa agrado puede establecer ins¬tintivamente un vinculo emotivo de posesión, un deseo vivo de apropiarse, una tendencia a asirse mediante las ‘‘manos’’ de sus deseos.
Ahora bien, si las cosas agradables que ya posee o desea apropiarse son amenazadas (siente que puede perderlas o le van a impedir apropiárselas), entonces le nace el temor, es decir, libera una cantidad determinada de energía mental para retener aquella realidad agradable que se le escapa o para defenderla contra los eventuales usurpadores.
Las cosas que le resultan desagradables las resiste transmitiendo una descarga emocional. Y entonces aparecen los sentimientos negativos, como la repulsa, el odio, etc.
En medio de estas reacciones-relaciones hay un co¬mún denominador que sostiene el andamiaje: asirse y desasirse. A estos niveles subyace el verdadero surtidor de sufrimiento y también la clave definitiva de liberación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario