martes, 11 de diciembre de 2012

Precisiones


En todo hombre normal existen pequeñas alteracio­nes vitales, pero no pueden ser consideradas como depresión. Una cosa es la tristeza motivada de las perso­nas normales (están tristes porque han recibido una mala noticia) y otra cosa es la tristeza inmotivada de los melancólicos.
    Pero también a las personas normales pueden sobre­venirles tristezas no-motivadas. Incluso puede producirse una tristeza motivada, desaparecer el motivo y pasar a convertirse en tristeza vital, típica de los melan­cólicos.
    Hay también personalidades que desde el nacimiento hasta la muerte son genéticamente tristes o melancólicas, y, sin embargo, no tienen propiamente depresio­nes, porque no hay en ellas alteraciones profundas, si bien se mantienen en un estado permanente de mal hu­mor y pesimismo. No se puede llamar depresión a cualquier tristeza; por ejemplo, a la causada por una profunda desilusión o a una actitud de un tipo hirsuto.
Hasta puede suceder que un temperamento normal mente melancólico tenga una “caída” de ánimo sin que pueda calificarse como depresión, porque falta profun­didad, duración o frecuencia en la crisis.

            Tampoco hay que confundir la depresión con la opresión. A muchas personas, debido a las característi­cas de su estructura somática, un día con nubes bajas o una pesada presión atmosférica les causa un estado oprimente, hipotensión y dificultades respiratorias, todo lo cual no es, ciertamente, depresión.
            El misterio del hombre es tan único e inédito, que hay personas a las que unas nubes negras o una baja presión atmosférica les provoca euforia, y los días ra­diantes, opresión y tristeza. ¡El hombre, “ese desconocido”!

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