martes, 20 de noviembre de 2012

Las obsesiones -Ejemplos - III


Sobre su historia tiene setenta y cinco recuerdos ha­lagüeños y tan sólo cinco negativos. Pero se les ponen e imponen en el primer plano de la conciencia esos cinco puntos negros, de tal manera que acaban domi­nando todo su horizonte histórico, como si su vida se resumiera en esos cinco recuerdos negativos, resultán­doles imposible realizar una evaluación correcta acerca de sí mismos.
            Un solo fracaso les obsesiona a algunos de tal mane­ra que, por largos años, respiran por esa herida; y desencadena en su interior un proceso general de inseguri­dad y de complejos de inferioridad, perturbando nota­blemente el desarrollo armónico de la personalidad y orientándola hacia actitudes pesimistas y reacciones negativas.
            De pronto, el rencor adquiere en algunas personas caracteres obsesivos: el personaje más desagradable (un “enemigo”) invade su mente y se instala en ella con rasgos tan indelebles que son incapaces de expulsarlo. Y viven dominados por el recuerdo de ese “enemigo”.
            Ciertas fobias o manías contra una determinada per­sona tienen también un carácter obsesivo. Se trata de un impulso insuperable e incontrolable de antipatía; una obsesión que nació y vive a despecho del sujeto afectado; pero ahí está, y ¿ quién podría desplazarla?

* * *

    Las presunciones o aprensiones son ideas fijas revesti­das en la mente del sujeto de tal realismo que nadie podría convencerle de que lo que está suponiendo no sea objetivo: fulano está en contra de mí; aquí nadie me quiere; el jefe ya se enteró; aquellos otros me han reti­rado su confianza; aquél no pasó a saludarme, lo que quiere decir que le “soplaron” lo que dije de él; entre bastidores están tramando desplazarme del cargo; ya nadie cree en mi...
    Son suposiciones que carecen de todo fundamento. Puros fantasmas. Pero estas personas los revisten en su imaginación de un realismo tal que los viven con carac­teres de pesadilla. ¡ Cuántas veces he visto despuntar la aurora de la alegría en sus rostros tan sólo con este toque de clarín!: ¡Despierta!, todo eso es mentira, un puro fantasma de tu mente.

    Hay casos en los que no se dan propiamente conteni­dos, sino estados obsesivos; y esto es más grave. Estos sujetos no son torturados por obsesiones con perfiles concretos, sino por una confusa mezcla de recuerdos que los agobian, sombras que los entristecen, ansieda­des que los turban, inquietudes punzantes llegadas en oleadas sucesivas sin que se sepa exactamente de dónde provienen ni a dónde los llevan, fondos oscuros, mun­dos ignotos, impresiones irracionales, sensaciones sin rostro..., todo lo cual envuelve a esas personas en un clima de temor confuso y oscuro, como si mil fieras invisibles se les cruzaran en el camino.
    Estos estados se dan en ciertas personas y en deter­minadas circunstancias, y, probablemente, necesitan atención clínica.

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