martes, 23 de octubre de 2012

Los efectos de la ira

La advertencia de un médico, en una disertación en un aula universitaria, acerca del efecto pernicioso que tiene el enojo para la salud, a tal punto que puede provocar un paro cardiaco o una embolia, nos condujo a ampliar un poco más este tema y compartirlo hoy con ustedes.

En la página 15 encontrarán la orientación de que el enojo descontrolado puede causar daño cerebral. No hay que minimizar el dato, porque se ha establecido que, realmente, la ira excesiva daña a la salud mental y física.

Estas preguntas son generales que suelen hacer los sicólogos cuando invitan a realizar un análisis personal sobre la ira: ¿Se irrita usted con facilidad? ¿Por qué lo hace? Y, sobre todo, ¿cómo lo hace? ¿Trata de reflexionar sobre lo ocurrido, contar hasta diez y resolver los problemas de la forma más civilizada posible? ¿Es de las personas que se ‘tragan’ las injusticias y se encierran en sí mismas o, por el contrario, es de las que desahoga su cólera a la primera de cambio?

Frente a estas interrogantes no faltan quienes aseguran que es saludable desahogar la rabia: También hay profesionales que plantean no hacerlo y más bien sugieren apelar al autocontrol.

El siquiatra Nils Noya aconseja acudir al autocontrol, una actitud que se puede alcanzar mediante la educación desde pequeños. Aquí se juega la total responsabilidad de los padres, aunque hay teorías que hablan de la predisposición genética de la persona a la agresividad o a la pasividad.

O, ¿qué dice usted al respecto? Espero su comentario.

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