jueves, 20 de septiembre de 2012

Hoy, no mañana


La vida recompensa la acción. Nada grandioso fue cumplido sin ella... Y nunca será. Entonces, ¿por qué tantas mujeres inteligentes somos propensas a la inacción, o de manera más específica, dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy?


Debo admitir que soy víctima de la “procrastinación”, nueva (y favorita) palabra en mi vocabulario y hábito que deseo desterrar.


Incluso para escribir esta editorial procrastiné un poco. Pensé: “primero veré el New York Fashion Week (que en esta edición te traemos los looks que amamos), luego me pintaré las uñas (no dejes de ver en nuestra Exclusiva los exquisitos colores de esmaltes que se convierten en el accesorio perfecto este verano) y leeré un poco de 50 Shades of Grey (que me atrapó completamente)”. Después de demasiadas vueltas finalmente me siento frente a mi laptop para escribir mi editorial.


Pero antes, entre a mi Facebook y me quede más de media hora viendo las fotos que mis amigas subieron. Este es un caso clásico de procrastinación; dejar para más tarde o el lunes (o el 2013) lo que puedes hacer ahora. Es un hábito tan común y extendido  que ni cuenta nos damos que está ahí y de lo perjudicial que llega a ser.


Somos expertas en inventarnos todo tipo de razones creativas para argumentar por qué no es el momento correcto para hacer eso que tienes que hacer: Muy ocupada. Muy estresada. Muy riesgoso. Muy difícil. Muy…  Excusas convenientes para evitar la molestia o incomodidad que acompaña el cambio, aun si es un cambio para mejorar o para confrontar nuestros miedos más profundos y a menudo, desconocidos.


Y son estos miedos los que nos llevan a esperar; pensamos que si procrastinamos por tiempo, nuestras dudas mágicamente desaparecerán y serán remplazadas por una luz que guiará nuestros pasos y nos dará el valor para sobrepasar los obstáculos que encontramos en el camino.


Pero sucede lo contrario: mientras los días pasan, nuestros miedos crecen más, hasta que eventualmente nos sentimos enterradas bajo un cementerio de metas inconclusas, oportunidades perdidas o potencial sin explotar.


El filósofo William James escribió: “Nada fatiga más que la postergación eterna de una meta incumplida”. Lo que es muy cierto. Así que la mejor arma es estar consciente que estamos desperdiciando meses, años e incluso décadas de nuestra vida esperando que los planetas se alineen antes de tomar ese primer paso… y esto nos pesa más de lo que quisieramos admitir.


Dejar las cosas para mañana (o el verano o el 2015) perjudica a nuestra carrera, nuestros negocios y finanzas, nuestras relaciones y nuestro bienestar físico y mental. Espero que comiences hoy (ahora mismo) a hacer eso que pospusiste para el siguiente trimestre, para mañana o el siguiente lunes… Una vez que comienzas, das ese paso y alcanzas tu “momentum”, nadie te frenará.

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