martes, 7 de agosto de 2012

La envidia sana, ¿Mito o realidad?

Q ué envidia! pero de la buena. Esas fueron las primeras palabras que Silvia pronunció cuando Rosario, su mejor amiga de infancia, le contó que sus padres le regalaron un auto. Seguramente usted ha oído decir esa frase o incluso la ha pronunciado, pero alguna vez se preguntó si ¿existe realmente la envidia sana? Ponga atención.

Para los expertos, esta popular frase se traduce en que a nadie le gusta aceptar que siente envidia por el vecino, por el compañero del trabajo, por su familia, por su mejor amiga, incluso por los logros de su pareja. "Por eso algunas personas han acudido a esquematizar ese sentimiento en una sola frase: ¡qué envidia! pero de la buena", señala un artículo en la web vanguardia.com.

Pura empatía. Por su parte, Alejandra Covarrubias, psicóloga de la Clínica de Reposo Monte Sinaí, señala que no existe tal concepto "envidia, pero de la buena", ya que es una construcción del lenguaje popular que la gente fue adaptando al habla común de las personas. "Lo que debería llamarse es una empatía que sentimos ante satisfacciones externas que las personas tenemos, alegrarnos por lo que le pasa a nuestro prójimo", dijo.

¿Cuándo pasa a ser envidia? Para la psicóloga, cuando uno envidia se está señalando lo que a uno le falta, que no lo tiene y lo quiere. También recalca que la envidia puede ser muy destructiva; por lo tanto, cuando uno se alegra por el otro entonces no es envidia, puesto que esta se caracteriza por la sensación de tristeza y frustración que sienten las personas cuando los demás poseen algo de lo que uno carece. Otra de las cosas que complica tanto la envidia es la gran ambivalencia emocional que hay dentro de ella, puesto que en ella se combinan la admiración por el otro y el deseo de ser cómo él o ella, así como la frustración por no serlo.

Deseo con admiración. Muchos traducen una envidia sana como el deseo de experimentar eso que otros no tienen, pero con admiración y respeto. Sin embargo, como explicó antes Covarrubias, esto es solo empatía, no envidia.

No obstante, cuando pasa a ser envidia, la primera víctima es el propio envidioso. "La envidia como tal es el resultado de un sentimiento de inferioridad", agrega la experta, al recomendar a las que atraviesan por estas etapas reflexionar sobre cómo ven la vida, qué temores o miedos los persiguen desde pequeños y, por su puesto, buscar ayuda terapéutica para resolver esos sentimientos de inferioridad.

Sentimiento dañino. También cabe resaltar que hoy en día uno vive ante presiones y situaciones que le hacen desear tal vez cosas que no tiene, pero que carecen de sentimientos buenos. "Es ahí que se recurre a mentiras, engaños y muchas veces a burlarnos y desprestigiar a nuestros compañeros solo por obtener lo que nosotros pensamos que no tenemos", advierte la psicóloga. Para evitar este sentimiento dañino la experta recomienda aprender a desarrollar nuestras capacidades para que cada día seamos mejores individuos con los que nos rodean y, sobre todo, con uno mismo.

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