miércoles, 15 de agosto de 2012

El caso de las ranas

Un hacendado fue a la ciudad y le preguntó al dueño de un restaurante si podía utilizar un millón de muslos de ranas.

El dueño del restaurante quiso saber de dónde pretendía el hacendado conseguir tantos muslos de ranas.

El hacendado le respondió: Cerca de mi casa hay un pequeño lago que está invadido e infestado de esos bichos. Son millares y hacen un barullo infernal, croando toda la noche. ¡Me estoy volviendo loco!

Quedó decidido, entonces, que el hombre le traería quinientas ranas por semana, durante algún tiempo. En la primera semana, el hacendado volvió un poco avergonzado, pues traía en sus manos solo dos ranas. El comerciante le preguntó: ¿Dónde está mi pedido?

El hombre respondió: Yo estaba totalmente engañado. ¡Había solo estas dos pequeñas ranas en el lago! Ellas solas son los que hacían todo el barullo.

Bien, vos que estás leyendo este escrito, sacá una enseñanza. Cuando te critiquen o se rían de vos, acordate de que no son miles de ranas las que hacen toda la bulla, sino apenas dos. Mientras dos critican y ríen, cientos te apoyan y te animan.

Acordate de que las angustias y los problemas parecen mayores en la oscuridad. Hay una posibilidad muy grande de que, cuando llegue mañana y lo pensés mejor, el problema habrá disminuido su importancia o habrá desaparecido, quedando en su lugar un asunto de fácil solución.

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