miércoles, 25 de julio de 2012

Hablándole a Dios

Gracias Dios por mantenerme vivo, por hacer lo mismo con mis hijos y mis nietos, por brindarme lo necesario para vivir, por permitirme gozar de mis comodidades.
Señor, en la noche mantengo mi dedo apretado en un botón y me da una luz blanca, intensa y sin calor, que me permite ver todo como de día, gracias por el invento de la batería.
Señor, gracias por un sinfín de cosas que podemos hacer. Abrimos una caja que conserva los alimentos refrigerados. A los que nos gusta el fútbol hacemos funcionar una cajita y ahí vemos partidos que se están jugando en todas partes del mundo.

Señor, un aparatito negro que cabe dentro de mi mano, me permite comunicarme al instante con mis hijos y mis nietos, o algún amigo a 10.000 kilómetros de distancia. Cuando era joven, tenía que esperar semanas o meses para saber de mis padres que estaban más cerca.

De una gran cosa quiero agradecerte. Es que para comunicarme contigo, que estás en todas partes y en el universo, no necesito aparatos, o ver si tengo crédito. Lo puedo hacer con el pensamiento y sin proferir palabras. Eso me da una tranquilidad única y puedo dormir confiado en que Tú cuidas de mí y de los míos. Orgulloso me siento de que me llames hijo, y yo a ti: Padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario