viernes, 27 de julio de 2012

Consejos para elevar la autoestima femenina

¡Mis queridas indomables!

Un placer saludarlas un viernes más, este un poco distinto por que estoy sumamente brava e indignada.
Es que no puede ser, estoy más decepcionada que la presidente del club de fans de Ricky Martin.
Les cuento, mi doctorita -a la cual le mando un enorme saludo- me dio orden de Papanicolaou y ecografía mamaria para ver si las últimas columnas Indomables escritas en este medio eran producto de algún problema hormonal en mi organismo. Ella insiste en que estoy loca, pero bueno, eso no es ninguna novedad.
Por un simple tema de control que debemos tener todas las mujeres, ahí estuve, en esa horrible situación.
Para empezar, pensé en llamar a dos amigos que, aunque no son doctores, me podían hacer un Papanicolaou, pero bueno, después pensé mejor y decidí ir a un laboratorio nomás... grave error.
Cuando ingreso al consultorio y el tipo en cuestión, de unos 40 y pico de años, me empieza a tomar mis datos, hace el comentario de: "¿usted es la que habla mal de los hombres no?"
!!!@#$%^&*()_+!@#$% !!!
Obviamente que esas palabras eran una amenaza a que me atenga a las consecuencias de haber tenido un show llamado LAS MALDITAS INFIELES que durante 10 años viene diciéndoles impotentes a los hombres y contando historias de infidelidad muchas veces copiadas por las seguidoras.
Hay mamita, le dije: no doctor, es mi hermana, y discúlpeme me he sentido un poco mal, y me fui rajando.
O sea, ¿se imaginan lo que el tipo en venganza podía hacer conmigo a solas en una camilla en posición de Papanicolaou?
En fin, salí librada de esa, por suerte. Luego decidí buscar otro laboratorio para hacerme la famosa ecografía mamaria. Tuve que esperar aproximadamente 3 horas para que un doctor de muchísima edad me atendiera.
Cuando entré le dije: doctor, necesito que me dé algo para que mi marido se ponga como un toro.
Claro que sí me dijo, bájese los pantalones, empezaremos por los cuernos.
Mentira, ese era un chistecito para amenizar. Pero lejos no estuvo, me dijo con voz fuerte y gruesa, lo cual me mostraba su gran experiencia (viejingo el pobre): quítese el sostén por favor.
Ahí estaba yo, en otra camilla semidesnuda con los brazos arriba. Su asistente era una chica bastante joven, que mientras me miraba trataba de no reírse, no entiendo por qué.
Comienza el procedimiento como una ecografía idéntica a la de panza, pero en las teclas, un gel frío y un tipo masajeándote, no queda más que relajarse y pensar en Brad Pitt.
¿Siente alguna molestia aquí? No doctor, en realidad la molestia es en la otra.
Mmmmm... comenzaremos por aquí.
¡Qué bárbaro!
Son unos abusivos, óiganme.
\

:)
Bendiciones, ¡sean felices!
Ale

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