domingo, 6 de mayo de 2012

Cuando el cliente no siempre tiene la razón

¿Alguna vez llegaste a un restaurante sin hacer reservación? ¿Tomaste una mesa sin esperar que te acomoden? ¿Quisiste pagar con tarjeta de crédito cuando el restaurant no las aceptaba? O peor aún, ¿decidiste no pagar la cuenta porque no te dieron lo que pediste? Y claro, no te dieron la razón. La etiqueta en restaurantes tiene diferentes reglas de acuerdo a la cultura, la ocasión y la compañía.

Selecciona el restaurante y haz reservación. Toma el tiempo necesario para averiguar si el restaurante es apropiado para ti, tu familia, tus invitados, tus niños o tu pareja. Haz la reservación indicando el número de personas que irán contigo.

Al llegar. Solicita la atención del mesero para tu acomodación e indicación del menú. No te demores en leer la cartilla, cuida tu postura y coloca la servilleta en las faldas en forma triangular.

El menú. Normalmente va a consistir en bebidas, entrada, plato principal, postre y té o café. Pregunta al mesero si no estás familiarizado con el menú.

Los meseros. Tu trato siempre respetuoso, desde el gerente hasta el asistente de camarero.

Si se cayó uno de los utensilios, encontraste un pelo, derramaste el vino o cualquier otro accidente que no sea de tu dominio, llamas al mesero y le susurras al oído.

La cuenta y la propina. No te quedes más tiempo del necesario, pide la cuenta y págala con su merecida propina; nada de calculadoras ni bolígrafos.

Lo que no debes hacer. Hablar con la boca llena; poner los codos sobre la mesa; atender llamadas de celular; limpiarte la nariz; salar o condimentar la comida sin antes probarla; usar los mondadientes; picotear o probar de otros platos, etc.

El secreto radica simplemente en actuar con soltura, enfocarse en la ocasión y ser tan cortés como si uno estuviera en una casa invitado. ¡A mover el bigote!

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