jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Eres Susceptible?

Las personas susceptibles tienden a sufrir más angustia y estrés.

Empecemos por entender lo que significa la susceptibilidad: Es una característica de la personalidad que hace que, quien la padece, sea muy sensible a las acciones y comentarios de quienes les rodean. Normalmente estas personas tienen mucho miedo al rechazo o a las burlas y suelen reaccionar de manera agresiva o vengativa contra las personas que no las tratan como ellas se merecen. Carecen de sentido del humor y de tolerancia a las bromas o las críticas.

El mayor problema de las personas susceptibles no es solamente que no sepan aceptar el rechazo o las burlas sino que suelen ver ataques de los demás que realmente sólo están en su imaginación. Su manera de pensar es retorcida, siempre están a la defensiva y buscando cualquier mínima pista que les indique que alguien está intentando hacerles daño. Analizan cada mirada, cada palabra y cada gesto de la gente que está a su alrededor buscando segundas intenciones de las que deben protegerse. Siempre están hipervigilantes y saltan ante la menor provocación, ya sea real o imaginada.

Esta manera de comportarse puede traerles graves complicaciones, tanto en su salud mental, ya que suelen tener altísimos niveles de ansiedad, como en sus relaciones interpersonales, pudiendo verse afectadas áreas como la familiar, la sentimental o la laboral.

Las personas susceptibles tienden a sufrir más del estrés y de la angustia. Esto se debe a que son generalmente quisquillosas, es decir, demasiado delicadas para el trato común, y fáciles de agraviarse o de ofenderse con otros, por pequeños pretextos. Ser susceptible se asocia con mostrarse irritable e irascible. También, con escrupuloso y receloso. El o la susceptible teme, sospecha y desconfía de los demás porque por la mínima situación se siente agredido.

Por otra parte, y a pesar de su aprensión, son personas fácilmente manipulables dado que son altamente impresionables, lo que le permite a terceros persuadirlos de una manera apasionante, o sembrarles ideas o sentimientos con gran fuerza. En el caso de enamoramientos, la persona susceptible, durante el período de aproximación, lo hará con cautela pero una vez que tome confianza en la pareja, le será muy fácil a esta emocionarla y conmoverla.

Se puede ser sensible sin ser susceptible, pero el o la susceptible se deja llevar por los sentimientos y las emociones, lo cual no le permite analizar en frío las circunstancias para actuar adecuadamente. Así, una broma social se convierte en una ofensa, o un comentario crítico positivo en el trabajo con el objeto de estimular un mejor rendimiento, por parte de su supervisor, le genera al susceptible una crisis de autoestima o un cuadro de angustia innecesario.

La susceptibilidad impide las normales relaciones humanas por temores infundados de ser insultados o por falsas percepciones de rechazo. Al mismo tiempo, provoca un enorme desgaste emocional por estar a la defensiva y esperando una agresión.

Una cosa es lo que suponemos y otra lo que realmente ocurre. Debemos aprender a diferenciar y dar a las situaciones su justo valor. No exageremos, y sobre todo tratemos de mantener el control emocional. Ante cada circunstancia usemos la razón y pensemos cuál es la mejor respuesta para alcanzar nuestros objetivos. No reaccionemos con la sola emoción, sea de rabia, miedo, alegría o amor. Si es necesario comentemos el evento con los seres queridos o amigos y que nos den sus impresiones. De esta forma obtendremos juicios de valor menos cargados emocionalmente.

Los sentimientos son positivos y nos hacen vivir con afecto y satisfacción, pero existen emociones que suscitan desasosiego, ansiedad, zozobra, angustia e intranquilidad. Así como una persona puede llegar a manejar y lidiar con una fobia, las personas susceptibles pueden aprender a controlar sus emociones y dejar de ser tan sensibles e impresionables, sin perder para nada, su forma de ser.

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