miércoles, 24 de agosto de 2011

La angustia, un enemigo latente que se puede vencer

El siquiatra Nils Noya revela que cada vez aumentan los casos de angustias patológicas y, junto con otros profesionales de la conducta humana, sugiere pautas para superar esta situación

María estaba confundida debido a una serie de sensaciones encontradas entre ansiedad, depresión, tristeza y miedo. “Esto no puede estar pasando conmigo. No entiendo… El médico dijo que no tengo nada pero yo siento que me voy a morir”, le comentó llorando a su vecina, una maestra.
La profesora la condujo al consultorio de un siquiatra. Ella se resistió al comienzo, porque decía que a ese lugar solo van las personas que están a punto de enloquecerse. Al final accedió y el diagnóstico fue contundente: sufre un cuadro agudo de angustia.

¿Qué es?
La angustia, explica la sicopedagoga Tania Buzzolaro, es el sentimiento que se experimenta cuando sin razón surge la preocupación, en exceso, por la posibilidad de que en el futuro ocurra algo temido y sobre lo cual no hay control.
Una vez que se la ha experimentado ‘sin razón aparente’, aparece una actitud angustiada ante la perspectiva de vivir el problema. Hay personas que entran en un círculo de terror de lo que puede causar la crisis, o sea, aunque parezca redundante: la angustia provocada por el miedo de sentir angustia.
La característica principal de este problema es que de a poco se generaliza y cada vez hay más cosas que provocan ansiedad, explican los especialistas.

¿Por qué se da?
El siquiatra Nils Noya explica que la angustia es un síntoma de esta época, caracterizado por la incertidumbre y la inestabilidad. Explica que la mayoría de las personas, por no decir todas, en algún momento de sus vidas sufren de angustia. Una de las causas son los problemas en todos los ámbitos de la vida, ya sean económicos o que surgen en la relación con los otros, estos pueden conducir a una crisis de angustia, trastorno que si no es tratado, acarrea consecuencias tanto emocionales como físicas.
En el caso de María, la conclusión fue de que estaba cargada de preocupaciones por las dificultades para atender a su anciana madre que padece de Alzheimer, su esposo sin trabajo, y las noticias que escuchaba en la televisión en la hora del almuerzo.
“Las informaciones de problemas afectan la mente de manera consciente e inconsciente hasta que afectan a la salud”, añadió.
Un claro ejemplo de esta situación es el de la familia Ruiz. El noticiero a la hora del almuerzo era algo ‘sagrado’ para todos, pero lo único que conseguían luego de ver las noticias era alarmarse por la inseguridad ciudadana, asesinatos, robos y por los problemas que se vive en el país, razón por la que don Ángel, el jefe de la casa, optó por no prender la televisión y evitar mirar los noticieros. Desde entonces la preocupación por lo que podía pasar disminuyó en el seno de su hogar y más bien la hora de la comida se convirtió en un momento para compartir entre todos sus integrantes.

¿Normal o patológica?
“Todos en algún momento de nuestra vida hemos sufrido ataques de angustia por diferentes causas. Se diría que es común padecerla, pero hay ciertos cuadros que sobrepasan la capacidad de resistencia. La fortaleza para superar un episodio de esta naturaleza es clave para evitar que el trastorno afecte el normal desarrollo de nuestra existencia”, agrega Noya.
Por su parte, el siquiatra Luis Alberto Roca explica que al igual que los estados de ansiedad, la angustia puede ser normal o patológica. “Es el motor de la vida, porque es como ponerse en guardia ante algo, pero si ya se convierte en obsesión, entonces adquiere signos de enfermedad”, añadió.
En el libro Nuestra salud mental, el Dr. Roberto Federico Ré dice que la angustia normal contiene valencias positivas para el desarrollo del ser y la existencia auténtica. Lleva a un nuevo modo de establecer las relaciones con el mundo. En cambio, cuando es patológica “la personalidad se defiende por medios de actitudes anormales, provocando síntomas neuróticos”.

Relación con el miedo
La angustia y la preocupación son gemelas inseparables que acechan a gran número de personas. Entre la angustia y el miedo existe una estrecha relación, aseguran los especialistas.

Síntomas

Se caracteriza por una serie de aspectos físicos y emocionales, entre los que se destacan:
• Trastorno del sueño con insomnio, pesadillas, despertarse a mitad de la noche con dificultad para volver a conciliar el sueño.
• Trastorno de la conducta con irritabilidad, inestabilidad, nerviosismo, incapacidad para enfrentar las dificultades.
• Trastorno físico con problemas digestivos, diarrea, problemas urinarios, espasmos, dolores de cabeza, disminución del deseo sexual.
• Otros síntomas, dice la sicóloga Claudia Tórrez, pueden ser:
• Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca.
• Sudoración.
• Temblores o sacudidas.
• Sensación de ahogo o falta de aliento.
• Sensación de atragantamiento
• Miedo a morir.
• Escalofríos o sofocaciones
• Miedo a perder el control o a volverse loco.
• Inestabilidad, desmayos o mareos.
• Náuseas o malestares estomacales.

Los ejercicios físicos son fundamentales para la salud mental, afirman los médicos

¿Qué hacer?
Tania explica que lo primero es analizar si el descanso de la persona es el adecuado. Es decir, si duerme un número de horas aceptable y si los horarios son regulares. Si esto no es así, se hace necesario corregirlo y establecer horarios que normalicen esta situación.
Asimismo, conviene determinar si el estilo de vida es excesivamente sedentario. Si es así, es preciso dedicar unas horas a algún tipo de actividad o ejercicio físico.
En algunas ocasiones, los indicios del comienzo de una crisis de ansiedad suelen manifestarse mediante un ligero cosquilleo en las manos. En este momento resultan ideales las respiraciones lentas, reteniendo el aire con la inspiración y expulsándolo con la mayor lentitud posible. Lo ideal es inhalar llenando los pulmones al máximo, a la vez que observamos cómo aumenta el volumen del abdomen, luego retener un poco el aire e inmediatamente expulsarlo lentamente, de tal forma que la expiración dure aproximadamente el doble que la inhalación.
En ocasiones se utiliza una bolsa de plástico para respirar dentro de ella, de tal forma que después de unos minutos se consigue reducir el nivel de oxígeno en el organismo y desaparece la sensación de cosquilleo.

Consejos
Existen recomendaciones básicas que se deben tener en cuenta para evitar ataques de angustia, coinciden en señalar Nils Noya y Tania Buzzolaro.

• En primer lugar, aumentar la actividad física con el deporte que sea de su preferencia, o simplemente saliendo a caminar o haciendo ejercicios. Muchas veces una caminata es el mejor remedio para calmar la angustia y ver más claro las dificultades y, sobre todo, cómo resolverlas.

• Evitar la sobrecarga de tensiones de todo tipo, aprender a valorar las cosas en su justa medida y a establecer un orden de prioridades, delegando o posponiendo lo que no esté al alcance de las posibilidades. No intentar esforzarse por encima de lo humanamente posible.

• Aprender a disfrutar de buenos momentos y reservar un espacio en la vida para darles cabida. Así se puede cargar fuerzas para enfrentar las dificultades y no volver a caer en ataques de angustia ante similares situaciones.

Angustia
Del libro Nuestra salud mental de los autores Roberto FedericoRé y Mateo Bautista
• Deriva del latín angustia: angostura, dificultad, congoja, aflicción.
• En todas las definiciones sobre esta situación se hace referencia a la opresión.
• Es una sensación constrictiva -somática, localizada en un órgano o sistema. Ejemplo: Precordial (tórax) o epigástrica (boca del estómago).
• Puede provocar dificultad para respirar o dolor en la boca del estómago.
• Al igual que la ansiedad, provoca una impresión interior de temor, indefensión y zozobra, pero en este caso se produce como respuesta cognitiva - afectiva - somática.
• Tiene uno o más impactos en algún lugar del cuerpo.

La angustia es el vértigo de la libertad. (Soren Kierkegaard)
¿Llegamos a disipar o a disminuir nuestra angustia? Lo cierto es que no podríamos suprimirla puesto que nosotros mismos somos angustia. (Jean Paul Sartre)

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