jueves, 18 de agosto de 2011

El arte de no hacer nada

Pensaste alguna vez cuándo fue la última vez que te quedaste quieto y reposaste un rato? Tomarte un tiempo libre es una manera de cuidarte, de escucharte y de llegar a entender qué es lo que estás necesitando. Nos levantamos, nos vestimos, salimos corriendo, cumplimos deberes y obligaciones. Hacemos llamadas, chequeamos el correo… Y así podríamos seguir enumerando una infinita cantidad de actividades diarias que, incluso, muchas veces se superponen.
Cuando ya hicimos las actividades importantes, aparecen otras urgentes y otras más que debemos realizar por compromiso. ¿Pensaste alguna vez cuándo fue la última vez que te quedaste quieto y reposaste un rato?


Tomarte un tiempo libre es una manera de cuidarte, de escucharte y de llegar a entender qué es lo que estás necesitando.

¿POR QUÉ DEBEMOS PARAR? El reposo es un regenerador de energía. Justamente, la meditación es "el arte de no hacer nada". Los instructores de yoga señalan que la diferencia entre dormir y meditar es que cuando dormimos la mente galopa, continúa en acción. En cambio, cuando reposamos o meditamos, la mente está serena, flota.

La vida moderna con sus incesantes prisas, nos induce a contraernos en exceso, por tal motivo, el relajarnos es casi tan necesario como comer. De esta manera podemos soltar las tensiones que suelen convertirse en insidiosos venenos que nos enferman o nos hacen sufrir.

Es importante que encontremos espacios para la relajación y la meditación en nuestro propio hogar. Aunque sea tan solo unos minutos a diario, o unos instantes a la semana: sentada con la espalda recta, cierre los ojos y permanezca durante un minuto sin pensar en sus problemas. Luego, sienta cómo pequeñas oleadas de paz se expanden desde las cejas hacia la frente, desde la frente hasta su corazón y a cada célula de su cuerpo.

SOLOS EN GRUPO. Cuando ingresamos a un grupo de meditación, todas esas personas allí reunidas sienten la necesidad de "desconectarse del mundo". Por lo menos por una hora, apagamos el celular y bajamos las luces. Ponemos música tenue y solo escuchamos y sentimos la voz de nuestro coordinador.

Elegimos el rincón de la sala que más nos guste, nos sentamos cómodos sobre una silla, relajamos las extremidades y cerramos los ojos. Permanecemos así largo rato, aunque a veces parecen solo segundos. Conectados únicamente con el sonido de nuestra respiración y con las imágenes mentales que van apareciendo.

La respiración es el puente entre el mundo externo de la hiperactividad en la que vivimos y el mundo interno del silencio y la meditación a la que nos queremos dedicar por un tiempo.

HORARIO IDEAL

Es mejor meditar al amanecer, sugiere nuevopensamiento.com.


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