Ella entró en el local y pidió ver un collar azul.
-Es para mi hermana. Hágame un lindo paquete.
Abrió su pañuelo donde solo había unas cuantas monedas. Mirando con expresión de una mezcla de ilusión y tristeza le dijo:
- Desde que nuestra madre murió, mi hermana me cuidó con mucho cariño. Hoy es su cumpleaños y este collar es justo del color de sus ojos.
El empleado miraba al dueño sin saber qué hacer, pero este solo le sonrió a la niña, y personalmente lo envolvió en un papel plateado con una cinta azul.
Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el paquetito en una bolsa de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole:
-Tomá, llevalo con cuidado.
Todavía no había terminado el día cuando una joven de cabellos rubios y ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó:
- ¿Este collar fue comprado aquí?
El dueño, con la más respetuosa sonrisa le dijo:
- Este collar es una de las piezas de nuestra colección exclusiva y fue comprado aquí esta mañana.
- ¿Cuánto costó?
- Lamento no poder darle esa información, señora. Es nuestra política que el precio de cualquier artículo siempre es un asunto confidencial entre la empresa y el cliente.
- Pero mi hermana solo tenía algunas monedas que juntó haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues mi sueldo es modesto y apenas nos alcanza para sobrevivir. Este collar no es de fantasía, y ella no tenía dinero suficiente para pagarlo.
El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio, y con cariño colocó de nuevo la cinta azul diciendo mientras se lo devolvía a la joven.
- Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Ella dio todo lo que tenía.
El silencio llenó el local y las lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el paquete y salía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho.
(Recibido por Internet)
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