miércoles, 20 de julio de 2011

El camión de basura

¿Con qué frecuencia permitís que las majaderías de otros cambien tu estado de ánimo? ¿Te das permiso de enojarte cuando un conductor te agrede por un error de tránsito, o un mesero grosero te trata irrespetuosamente, un jefe exigente te pide más de lo que te corresponde hacer o cuando un compañero de trabajo arruina tu día?
Lo que realmente distingue a una persona exitosa es el control que tenga sobre el manejo de la ira.
Hace 16 años aprendí esta lección. Me la enseñaron en el asiento trasero de un taxi. Íbamos en el carril derecho cuando de repente un coche salió de no sé donde; el taxista frenó, se oyó el rechinar de las llantas y evitó chocar con el otro auto.
El conductor del coche que casi causa el accidente empezó a gritarnos con una serie de palabrotas.
El taxista solo sonrió y lo saludó amable. Sorprendido le pregunté, por qué lo hizo, si por muy poco destruye su taxi y nos pudo herir.
Entonces el taxista me dio la lección más bella de mi vida, la que ahora yo llamo ‘la ley del camión de basura’.
Muchas personas, me dijo: “son como un camión de basura. Están llenos de enojo, frustración y desaliento. Una vez que acumularon mucha basura, necesitan un lugar en donde tirarla y si uno se lo permite, se la botan a uno”.
Empecé a pensar, ¿cada cuánto permito que los camiones de basura me contaminen? También, ¿con qué frecuencia tomo mi basura y la tiro sobre las personas que más amo como mi esposa, mis hijos o mis amigos?
Aquel día me propuse a no ser el basurero de nadie ni dejarme arrojar porquerías.
No he vuelto a permitir que los camiones de basura tomen el control de mis sentimientos y mucho menos de mis emociones.
Aprendí que sonreírles a los insatisfechos, malhumorados y frustrados, es la mejor medicina que puede ayudarles a cambiar su perspectiva de la vida o, por lo menos, les puede iluminar su día.
Hay que ser amable con ellos. Cada persona con la que tropezamos a diario está librando sus propias batallas. Hay que bendecirlos con todas las cosas buenas que uno puede pensar, pero no hay que descuidarse. Hay que estar siempre atento a los camiones de basura.
(Recibido por Internet)

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