jueves, 19 de mayo de 2011

El servicio del defectuoso balde chino

Una anciana señora china poseía dos grandes baldes, suspendidos en cada extremidad de una vara, que ella cargaba en su espalda.
Uno de los baldes estaba rajado y el otro era perfecto.


Este último estaba siempre lleno de agua al fin de la larga caminata desde el torrente hasta la casa, en cuanto el rajado llegaba medio vacío
Por largo tiempo esto fue así, con la señora que llegaba a la casa con solamente un balde y medio de agua.
Naturalmente el balde perfecto estaba muy orgulloso de su propio resultado, y el pobre balde rajado tenía vergüenza de su defecto, de lograr hacer solo la mitad de aquello que debería hacer.


Después de dos años, reflexionando sobre su propia y amarga derrota por estar rajado, el balde habló con la señora durante el camino:
“Tengo vergüenza de mí mismo, porque esta rajadura que tengo me hace perder la mitad del agua durante el camino hasta tu casa”.
La anciana sonrió y le respondió: ¿Has observado que lindas flores hay solamente de tu lado del camino? Yo siempre supe de tu defecto y por eso planté semillas de flores por ese sector. Y todos los días, cuando regresábamos, tú las regabas.


Por dos años pude recoger aquellas bellísimas flores para adornar la mesa. Si no fueras como eres, yo no habría tenido aquellas maravillas en mi casa. Cada uno de nosotros tenemos algún defecto. Pero ese defecto es el que hace que nuestra convivencia sea interesante y gratificante. Es preciso aceptar a cada uno por lo que es. Y descubrir lo que tiene de bueno en el. Por lo tanto, mi ‘defectuoso’ amigo, busca tener un buen día y recordar la importancia de regar las flores de tu lado del camino.
Lo más importante en la vida es tener tiempo para
‘cultivar’ una amistad.

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