jueves, 5 de mayo de 2011

El rompecabezas de la existencia

Si alguna vez armaste un rompecabezas complicado, con seguridad que ya sabés tres cosas sobre ellos:
Primero. Toman tiempo. Pocas personas pueden armar varios cientos de piezas con rapidez. Casi todos los rompecabezas grandes necesitan varios días, aun semanas, para terminarlos. La diversión está en el proceso, la satisfacción en el resultado.


Segundo. El punto de partida de un rompecabezas es identificar las esquinas y los bordes.
Tercero. Es divertido armar un rompecabezas solo, pero es más divertido armarlo con otros. Cuando se encuentra una pieza que ‘cabe justo’ entre dos o más, los participantes comparten la emoción.


Basado en esto, te aconsejo: considerá el día que tenés por delante como una pieza en el rompecabezas de tu vida. Es más, su forma es probable que sea muy dentada y sus colores muy difíciles de identificar. El significado de hoy quizá no vaya en secuencia con el ayer. Lo que experimentas hoy tal vez encaje con algo que experimentaste hace varios meses o algo que experimentarás en el futuro. No es probable que veas el cuadro completo de tu vida observando un solo día. Aun así, puedes confiar que hay un plan y un propósito. Todas las piezas se van a unir según el designio de Dios en su tiempo.


Algunos días, nosotros encontramos piezas de nuestras vidas con bordes rectos, verdades que se convierten en parte de nuestra razón de ser. O encontramos piezas que encajan juntas. Así entendemos más sobre nosotros mismos y la obra de Dios en nuestra vida. Y todos los días podemos conocer el gozo de compartir con otros e invitarlos a que sean parte del proceso de descubrir quiénes somos.


Lo principal que debemos recordar es disfrutar el proceso. Vive hoy hasta la plenitud, sabiendo que un día verás el cuadro en su totalidad.

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